La cultura de la reunión

abril 14, 2015

¿Qué opinión te merecen las sesiones de brainstorming? ¿Las utilizas en tu trabajo? ¿Con éxito?

Según este artículo, estas sesiones no sólo no cumplen con su cometido, sino que tienen más perjuicios que beneficios sobre la creatividad de sus participantes. Os recomiendo su lectura, contiene bastantes conceptos y datos interesantes.

Sin embargo, un análisis un poco más detallado creo que nos puede ayudar a añadir causas adicionales a las que comenta el artículo para explicar este presunto fracaso. Algunas opciones:

– Lo que inicialmente se propone como sesión de brainstorming (sesión creativa para obtener ideas SIN analizarlas ni valorarlas), en realidad es una REUNIÓN encubierta. Y me refiero a una reunión ‘en el peor sentido de la palabra‘: Juntar a personas para debatir un tema que requiere tomar una decisión, y en la que la responsabilidad se diluye sin haber logrado el objetivo planteado. Incluso puede ser peor: Se asume la decisión como tomada por consenso democrático ante el ‘silencio administrativo (cómplice?)’ de los participantes, cuando lo que ha pasado es un cierre en falso que ni por asomo se asemeja a un consenso.

– Tener a varias personas en una misma habitación, con el loable objetivo de generar ideas, puede hacer que el número de ideas sea inferior (y de peor calidad) al que obtendríamos preguntando individualmente. Y no sólo por la vagancia social que comenta el artículo (esforzarse menos en un trabajo en grupo que si se hiciera de manera individual), sino también por una especie de ‘efecto espectador‘: No sólo se experimenta un menor esfuerzo sino que, ante la ausencia de asignación de responsabilidades, se asume que será otro el que haga el trabajo. Así que, si a la vagancia social le sumamos la ausencia de objetivos/responsabilidades, tenemos una sala llena de gente que no va a hacer nada.

 

Hoy en día podemos encontrar cada vez más casos de buenas prácticas con éxito de empresas que proponen las reuniones como voluntarias e, incluso, las prohíben. No me cabe duda de que es una solución de éxito, muy aplicable en multitud de ocasiones y que estoy convencido que va a expandirse en muchos ámbitos.

Pero también creo que no es la única solución. Con el tema de las reuniones pasa como con el de la gestión o la jerarquía: Malas prácticas perpetuadas durante décadas han acabado por desacreditar el concepto en sí mismo. Una reunión no es mala en sí misma, sino que lo es la pertinencia, razón o gestión de esa reunión lo que la convierte en inútil o contraproducente. Acabo de escribir la frase anterior y parece una obviedad, pero creo que hemos llegado a un punto en que no sobra decirlo.

Por ejemplo: En Japón, sociedad colectivista donde las haya, se valora ante todo el consenso. Un mecanismo de decisión como el Nemawashi nos puede parecer bien/mal/regular o poco exportable. Pero creo que ese análisis sería demasiado simple: En la manera de gestionar este proceso está el éxito. Ningún método de toma de decisiones es perfecto, todos tienen cosas buenas y malas, y debemos de elegir lo mejor de cada uno de ellos para construir algo que funcione. Y esto funciona en su cultura, la misma que inventó el Kaizen.

— foto de morguefile

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